(Imagen del reportaje de El Mundo Viaje al Holocausto)
Un día como hoy de hace 65 años, el 27 de enero de 1945, los soldados del Ejército Rojo de la Unión Soviética llegaron al campo de exterminio de Auschwitz.
Aún quedaban en él 7.600 prisioneros. Ante la inminente llegada de los soviéticos, los alemanes se habían llevado 10 días antes a la mayoría. Extremadamente débiles por las inhumanas condiciones de vida soportadas en el campo, muchos de ellos murieron por el camino y allí fueron abandonados.
En los casi 5 años de vida del campo de exterminio, se calcula que un millón y medio de personas murieron en él, la mayoría de ellos eran judíos.
Aunque posiblemente sea el más conocido de los campos de exterminio, Auschwitz no fue el único. Majdanek, Sóbibór, Chelmno, Treblinka, Belzec y Maly Trostenets fueron los otros lugares elegidos por Hitler para encerrar y exterminar a millones de personas.
Treblinka fue el primer campo al que llegaron los soviéticos y, por consiguiente, el primero en el que vieron el horror cometido por los nazis. Vasili Grossman, periodista de guerra soviético que acompañaba a los soldados, describió perfectamente este horror en su crónica El infierno de Treblinka. Según sus cálculos, en los 13 meses que el campo de Treblinka estuvo en funcionamiento, 3 millones de personas (como en el resto de campos, la inmensa mayoría judíos) fueron aniquilados. Hoy en día se cree que el número de víctimas pudo estar entre el millón y el millón y medio.
Con los testimonios recabados a su llegada al campo y, evidentemente con su imaginación de gran escritor, Grossman narra cómo los prisioneros, desnudos, son llevados hacia la cámara de gas:
"Entraban en una avenida recta bordeada de flores y de abetos que medía ciento veinte metros de largo y dos de ancho, y que conducía al lugar del suplicio. A ambos lados de esta avenida había unas alambradas espinosas, así como una fila de guardianes vestidos con uniformes negros y de SS con uniformes grises que permanecían hombro con hombro. El camino estaba cubierto de arena blanca y los que marchaban en primer lugar con las manos en alto veían en esta arena esponjosa las huellas frescas de pies descalzos, unas pequeñas, femeninas, otras minúsculas, de niño, otras pesadas, de personas viejas. Estas huellas tan imprecisas marcadas en la arena eran todo lo que quedaba de miles de personas que hacía poco tiempo habían pasado por este camino de igual manera a como ahora pasaban las nuevas cuatro mil, y a como pasarían dos horas más tarde otros miles que esperaban su turno en el ramal de ferrocarril del bosque. Pasaban igual que ayer y que diez días atrás, como pasarían a la mañana siguiente y dentro de cincuenta días, como pasó la gente durante los trece meses de existencia del infierno de Treblinka".
¿Quieres saber más? Pásate por el reportaje que El Mundo dedica al Holocausto:
Treblinka fue el primer campo al que llegaron los soviéticos y, por consiguiente, el primero en el que vieron el horror cometido por los nazis. Vasili Grossman, periodista de guerra soviético que acompañaba a los soldados, describió perfectamente este horror en su crónica El infierno de Treblinka. Según sus cálculos, en los 13 meses que el campo de Treblinka estuvo en funcionamiento, 3 millones de personas (como en el resto de campos, la inmensa mayoría judíos) fueron aniquilados. Hoy en día se cree que el número de víctimas pudo estar entre el millón y el millón y medio.
Con los testimonios recabados a su llegada al campo y, evidentemente con su imaginación de gran escritor, Grossman narra cómo los prisioneros, desnudos, son llevados hacia la cámara de gas:
"Entraban en una avenida recta bordeada de flores y de abetos que medía ciento veinte metros de largo y dos de ancho, y que conducía al lugar del suplicio. A ambos lados de esta avenida había unas alambradas espinosas, así como una fila de guardianes vestidos con uniformes negros y de SS con uniformes grises que permanecían hombro con hombro. El camino estaba cubierto de arena blanca y los que marchaban en primer lugar con las manos en alto veían en esta arena esponjosa las huellas frescas de pies descalzos, unas pequeñas, femeninas, otras minúsculas, de niño, otras pesadas, de personas viejas. Estas huellas tan imprecisas marcadas en la arena eran todo lo que quedaba de miles de personas que hacía poco tiempo habían pasado por este camino de igual manera a como ahora pasaban las nuevas cuatro mil, y a como pasarían dos horas más tarde otros miles que esperaban su turno en el ramal de ferrocarril del bosque. Pasaban igual que ayer y que diez días atrás, como pasarían a la mañana siguiente y dentro de cincuenta días, como pasó la gente durante los trece meses de existencia del infierno de Treblinka".
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